Un reciente estudio publicado el pasado 18 de agosto en la revista PLOS Medicine, reveló que las áreas verdes residenciales aumentan el desarrollo del coeficiente intelectual y reducen los niveles de comportamiento difícil en los niños que viven en ciudades.
Si bien ya existía numerosa evidencia científica que asocia la presencia de verdor con un aumento en la capacidad de aprendizaje, concentración y memoria de los niños y niñas, hasta el momento no habían estudios que vincularan los espacios verdes urbanos con la inteligencia.
Para ello, los investigadores estudiaron a 620 niños entre 7 y 15 años de la Provincia de Flandes Oriental, en Bélgica, evaluando su inteligencia con la Escala de Inteligencia Wechsler para Niños (WISC-R); así como también analizaron el comportamiento de un subgrupo de 442 niños en base a la lista de verificación de comportamiento infantil de Achenbach (CBCL). Con ello, se geolocalizaron las direcciones de sus residencias durante el embarazo y la infancia para verificar la presencia de verdor alrededor de sus viviendas, el cual fue realizado mediante el análisis de fotografías satelitales que permitieron identificar las áreas verdes urbanas, seminaturales, boscosas y azules, al igual que la presencia de árboles y vegetación superior a 3 metros de alto alrededor de las viviendas de cada niño.
Los resultados de la investigación, determinaron que los niños que viven en barrios urbanos con un 3% más de espacios verdes en un espacio de 3.000 metros a la redonda, poseen un Coeficiente Intelectual (CI) mayor de 2.6 puntos (95% CI 1.4-3.9; p <0.001).
El puntaje promedio de CI fue 105, pero los científicos encontraron que los niños que viven en áreas con bajos niveles de vegetación poseen más probabilidades de tener un coeficiente intelectual de 80 o menos, y sólo un 4% de los niños que vivían en estos barrios con menos espacios verdes obtuvo rangos de CI superior a 125.
De forma similar, se observó que un mayor índice de espacios verdes residenciales se asocia con una reducción de los problemas de comportamiento en los niños que viven en un área urbana, mientras que no se observó ningún efecto en los niños que viven en un área rural o suburbana. El porcentaje de espacio verde residencial dentro de un radio de 1.000 a 3.000 metros desde sus viviendas en un entorno urbano, se asoció significativamente con una reducción en el comportamiento problemático total; el espacio verde dentro de un radio de 500 a 4.000 metros está significativamente asociado con una reducción en la externalización de la conducta problemática (incluidos los problemas de atención y la conducta agresiva); y los espacios verdes en un radio de 3.000 metros se asocia con una menor internalización de la conducta problemática (incluida la ansiedad y el retraimiento).

Más áreas verdes, mejor salud y calidad de vida en ciudades
En términos generales, el concepto de Áreas Verdes se refiere a espacios predominantemente cubiertos por especies vegetales como césped, cubresuelos, gramíneas, arbustos y árboles, e incluyen los jardines, plazas, plazoletas, parques urbanos, campos deportivos, al igual que áreas naturales y boscosas en zonas urbanas y periurbanas. En ciudades, éstos brindan un alto número de beneficios ambientales al reducir la contaminación del aire y la exposición al ruido, entre otros, pero al mismo tiempo la mayor presencia de áreas verdes se ha asociado a una mejor salud física, al aumento del desarrollo cognitivo y a la reducción del estrés y otras enfermedades de salud mental como la depresión y el estrés.
Para este nuevo estudio, los investigadores tomaron en cuenta varios de los aspectos evaluados en investigaciones anteriores que podrían incidir en el desarrollo del coeficiente intelectual, como por ejemplo la presencia de árboles urbanos, ya que éstos brindan más beneficios al desarrollo infantil que cualquier otro tipo de especie vegetal. Pese a ello, los alcances del estudio no ofrecieron respuesta sobre las causas específicas que podrían incidir en la inteligencia de los niños criados en entornos urbanos con mayor presencia de áreas verdes, aunque los científicos sugirieron que podría obedecer a niveles de ruido más bajos, menos estrés y mayores oportunidades para realizar actividades físicas y sociales.
En una entrevista al medio británico The Guardian, el Dr. Mathew White, psicólogo ambiental de la Universidad de Exeter, que no formó parte del equipo de estudio, elogió la calidad de la investigación: “Siempre desconfío del término inteligencia, ya que tiene una historia problemática y asociaciones desafortunadas. Pero, en todo caso, este estudio podría ayudarnos a dejar de ver la inteligencia como algo innato; podría estar influenciado por el entorno, y creo que eso es mucho más saludable”.
White dijo que era razonable sugerir más ejercicio y menos estrés como razones para los puntajes de CI más altos. “No estoy seguro de por qué la inteligencia general debería mejorarse con estas cosas, pero supongo que están captando la capacidad de un niño para concentrarse y mantenerse en una tarea, lo que se ha demostrado en estudios de espacios verdes antes“.
Entre las discusiones del estudio, se destaca que los resultados proporcionan antecedentes que deberían tener implicancias importantes en la formulación de políticas urbanas y de salud pública. “Lo que este estudio agrega con el coeficiente intelectual es una medida clínica más sólida y bien establecida. Creo que los constructores de ciudades o los planificadores urbanos deberían priorizar la inversión en espacios verdes porque es realmente valioso crear un entorno óptimo para que los niños desarrollen todo su potencial ”, señaló Tim Nawrot, profesor de epidemiología ambiental de la Universidad Hasselt en Bélgica, donde se realizó el estudio, al medio The Guardian.
Escrito por:
- Leonardo Lira Astudillo.