Árboles, cambio climático y salud: Una perspectiva de planificación, ecologización y aplicación urbanas

Ciudades Verdes 1 octubre, 2023 0 comentarios

Escrito por: Alistair Woodward, Andrea Hinwood, Daniel Bennett, Brenton Grear, Sotiris Vardoulakis, Neha Lalchandani, Katrina Lyne y Carmel Williams

La serie de mesas redondas In Conversation: Boundary, Spanners, Thinkers and Policy Actors Round Table Series proporciona una plataforma para que investigadores, actores políticos y expertos en implementación eleven el debate sobre temas emergentes, presenten nuevas y futuras investigaciones y faciliten conversaciones sobre los impactos y las posibles soluciones.

Este breve informe, sobre árboles, cambio climático y salud, refleja una conversación entre los autores de este artículo, junto con bibliografía de apoyo. Explora el potencial de las áreas verdes y los árboles como estrategia viable para abordar los desafíos del cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar la salud, el bienestar y la equidad sanitaria de la población.

En particular, destaca los beneficios para la salud pública de los árboles y las áreas verdes, los desafíos a los que se enfrentan las zonas urbanas y las oportunidades para la protección, el mantenimiento y la regeneración de las áreas verdes urbanas.

Introducción

El término infraestructura verde, también conocido como espacio verde, hace referencia a redes de espacios de vegetación natural, diseñados o cultivados en áreas públicas y privadas de entornos urbanos [1], incluidos parques, jardines y paisajes urbanos. Las áreas verdes proporcionan importantes servicios ambientales, ecosistémicos, económicos y sociales [2,3,4,5]. Los árboles son un componente notable de las áreas verdes urbanas y, a menudo, se consideran valiosos recursos naturales que mejoran la habitabilidad de las ciudades [6,7,8].

Los árboles y las áreas verdes también tienen importantes beneficios para la salud humana en los entornos urbanos. Las investigaciones han demostrado el impacto positivo de los árboles y las áreas verdes en la salud física y mental, así como en el bienestar social general [9,10,11], lo que los convierte en una intervención de salud pública potencialmente eficaz. Es necesario redoblar los esfuerzos para optimizar el diseño de las áreas verdes y promover el establecimiento y la protección de árboles y otros tipos de vegetación para aprovechar sus beneficios para la salud y el medio ambiente en los entornos urbanos.

Además, las iniciativas para promover el establecimiento y la protección de árboles y otra vegetación dentro de las ciudades son cruciales. Estos esfuerzos también contribuirán a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas [12], que abarcan una amplia gama de objetivos globales destinados a crear entornos urbanos más sostenibles y equitativos.

El poder de los árboles

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la importancia de las áreas verdes y los entornos naturales para la salud humana [13]. Los árboles y las áreas verdes proporcionan numerosos beneficios ambientales al mejorar la calidad del aire, mitigar el efecto isla de calor urbana, reducir el consumo de energía, capturar carbono y ayudar a la gestión del agua, lo que los convierte en un componente crucial de las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático en las zonas urbanas [2,3,4,14,15]. Las investigaciones han relacionado la exposición a árboles y áreas verdes con la mejora de la salud mental, la reducción de los niveles de estrés, la disminución de la soledad, la reducción de la mortalidad por todas las causas y la disminución de las tasas de obesidad y enfermedades crónicas [16,17,18,19].

Los árboles aportan carácter e identidad a los lugares, y las áreas verdes ofrecen la oportunidad para la recreación y establecer vínculos sociales en las ciudades, además de generar beneficios culturales, conductuales y comunitarios [5]. Los entornos verdes sirven como puntos focales para las comunidades, reuniendo a la gente y fomentando un sentido de pertenencia y unidad, lo que contribuye aún más al tejido cultural de las ciudades. Además, cuando las personas tienen fácil acceso a las áreas verdes, este fenómeno anima a los residentes a realizar actividades físicas (como caminar y andar en bicicleta) y a pasar más tiempo al aire libre en la naturaleza [11]. Esto ofrece un escape del ajetreo y el bullicio de la vida urbana y promueve hábitos más saludables, contribuyendo en última instancia al bienestar y la vitalidad de los residentes de la ciudad.

Una serie de ejemplos seleccionados demuestran los beneficios de los árboles y las áreas verdes para la salud humana:

  1. El proyecto Robert Taylor Homes de Chicago es un ejemplo convincente de cómo la presencia de áreas verdes puede influir de forma significativa en el comportamiento y la seguridad de los residentes. Aquellos que vivían en apartamentos con vistas a áreas verdes tenían entre un 20 y un 30% menos de probabilidades de mostrar comportamientos agresivos y violentos que los que no [20]. Investigaciones más recientes destacan los efectos positivos de las áreas verdes en la reducción de las tendencias agresivas y violentas en las comunidades urbanas [21].
  2. El brote del barrenador esmeralda del fresno en Estados Unidos representa un importante desafío ecológico y de salud pública. Esta especie de insecto invasor provocó la muerte de millones de fresnos en varias regiones del país. La pérdida de árboles en los condados afectados se asoció con un exceso de más de 20.000 muertes debidas a enfermedades cardiovasculares y del tracto respiratorio inferior entre 1990 y 2007, lo que demuestra que la pérdida de árboles es probablemente perjudicial para la salud humana en formas que aún no comprendemos del todo y está asociada con un aumento de la mortalidad [22,23].
  3. Se han demostrado efectos agudos de las áreas verdes sobre la fisiología humana, concretamente en entornos urbanos. Entre ellos se incluyen reducciones en las respuestas al estrés (por ejemplo, disminución del ritmo cardiaco, reducciones de la presión arterial y alteraciones en los patrones de liberación de cortisol) después de la exposición a áreas verdes en zonas urbanas [24,25,26]. Vivir en una zona con una mayor cubierta arbórea también se ha asociado a una menor incidencia y prevalencia de afecciones cardiometabólicas, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, en Nueva Gales del Sur, Australia [27].

En esencia, los árboles y otras áreas verdes pueden ofrecer enormes beneficios para el medio ambiente y la salud de los habitantes de las ciudades.

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¿Cuál es el problema?

La triple crisis planetaria, es decir, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, está amenazando la salud de la Tierra y de sus habitantes [28,29]. Esta crisis se refiere a las alteraciones a largo plazo de la temperatura global y los patrones meteorológicos; la pérdida de biodiversidad, que implica la disminución y extinción de diversas especies y ecosistemas; y la contaminación, que incluye la contaminación del aire, el agua y el suelo por sustancias nocivas. El deterioro del medio natural está socavando el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, los océanos y la tierra [12]. Por ejemplo, la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad exacerban el riesgo de aparición y propagación de enfermedades zoonóticas, mientras que la inestabilidad climática amenaza la seguridad alimentaria [29]. Es necesaria una acción global para revertir estas tendencias y mantener la salud del planeta.

La mayoría de la población mundial vive en ciudades [30]. Aunque los beneficios del reverdecimiento urbano están bien documentados [31], la falta de reverdecimiento también se ve afectada por la insuficiencia de agua, especialmente en los países pobres o con bajos ingresos. Las razones de esta situación son numerosas; por ejemplo, el rápido crecimiento y la densificación urbana, el uso competitivo de las zonas urbanas, sobre todo para los sistemas de transporte de vehículos, y una planificación urbana y unas políticas poco favorables [32]. La falta de protección de los árboles existentes es un problema común [33,34], lo que indica que la vegetación establecida corre a menudo el riesgo de ser eliminada debido al desarrollo urbano o a la negligencia. Un reverdecimiento inadecuado está asociado al polen y a las emisiones biogénicas de compuestos orgánicos volátiles [4], mientras que un reverdecimiento inadecuado agrava el efecto de isla de calor urbana, como se ha demostrado en Canadá [35], Australia [36] y China [37]. El aumento de las temperaturas provocado por el efecto isla de calor urbana tiene consecuencias significativas para la salud y el bienestar humanos, como enfermedades relacionadas con el calor y disminución del confort [38,39], así como efectos sociales y económicos negativos [40,41]. Es evidente la urgencia de hacer frente a las crisis planetarias mediante una ecologización urbana respaldada por políticas ambientales adecuadas.

El camino a seguir

Plantar los árboles adecuados en los lugares adecuados, y cuidarlos adecuadamente, puede ser una poderosa estrategia para promover la salud pública y el bienestar. El reverdecimiento urbano mediante la plantación y el mantenimiento de árboles tiene múltiples beneficios colaterales, sobre todo en lo que respecta al cambio climático, al secuestrar dióxido de carbono mediante la fotosíntesis. Esto ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los entornos urbanos, contribuyendo a los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático. Y lo que es más importante, los árboles pueden producir beneficios cada vez mayores a medida que crecen y maduran, lo que los convierte en uno de los pocos bienes públicos que se revalorizan con el tiempo [5]. Por ejemplo, la mejora de la calidad del aire, la provisión de sombra y el atractivo estético de los árboles maduros mediante la inversión en su plantación y cuidado puede ser una estrategia a largo plazo que rinda dividendos con el paso del tiempo.

Como ya se ha mencionado, hay una serie de factores que contribuyen a la insuficiente cobertura de árboles y áreas verdes en muchas zonas urbanas. Las respuestas efectivas a estos retos requieren enfoques colaborativos en forma de reformas multisectoriales, como el enfoque “el medio ambiente en todas las políticas” [42]. Este enfoque trata de hacer explícitas las consideraciones ambientales durante la elaboración de políticas y la toma de decisiones en todos los sectores, y requiere una colaboración y coordinación multidisciplinares. Los enfoques sinérgicos en los que participen planificadores urbanos, gobiernos, desarrolladores inmobiliarios y la comunidad ayudarán a identificar, destacar y materializar los beneficios colaterales de la ecologización urbana para la salud humana, la sociedad y el medio ambiente, contribuyendo así a alcanzar varias metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas [12]. Además, la conexión con el país y la participación de las comunidades de las Primeras Naciones, así como sus formas de pensar, ser y conocer, deberían estar en el centro de la planificación urbana, ya que el pensamiento sistémico y las perspectivas intergeneracionales a largo plazo, que tan presentes están en las cosmovisiones indígenas, sustentan un enfoque sostenible e integral de la salud humana y ambiental [43,44,45].

La investigación de las áreas verdes es muy prometedora para abordar los complejos desafíos ambientales y sociales a los que se enfrentan las zonas urbanas de todo el mundo. No sólo ofrece un enfoque estratégico para combatir los peligros ambientales prevalentes, sino que también tiene un significado cultural, conductual y comunitario. Por ello, se han tomado muchas medidas para promover el arbolado urbano y las áreas verdes en general, sobre todo a medida que la población urbana crece y se densifican las ciudades. La infraestructura verde figura específicamente en la meta 11.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: “Para 2030, proporcionar acceso universal a áreas verdes y públicas seguras, inclusivas y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad” [46]. Las Naciones Unidas han designado el periodo 2021-2030 como la “década para la restauración de los ecosistemas”, con numerosas iniciativas en marcha en todo el mundo para mejorar los ecosistemas locales, incluidas las zonas urbanas [47]. La iniciativa Ciudades Saludables de la Organización Mundial de la Salud también aboga por una planificación y un diseño urbanos saludables, así como por la inversión en políticas verdes para promover la salud y el bienestar en los entornos urbanos [48]. Estas acciones de políticas globales pueden traducirse en el uso estratégico de áreas verdes y plantaciones de árboles como un activo fundamental para promover y facilitar el rejuvenecimiento ambiental y fomentar la salud y el bienestar públicos.

Asimismo, se han diseñado una serie de iniciativas para apoyar la expansión y mejora de las áreas verdes a escala local y nacional. Por ejemplo, National Park Cities es un movimiento ciudadano internacional cuyo objetivo es conseguir que las ciudades sean más verdes, más sanas y más silvestres en los espacios públicos y privados [49]. La plantación de árboles es un objetivo clave para muchos países, como el objetivo de Pakistán de plantar diez mil millones de árboles para 2023 [50]. El diseño urbano sensible al agua y a la biodiversidad se promueve mediante iniciativas como Green Adelaide, un Consejo de Paisajismo Urbano creado para fomentar áreas metropolitanas más frescas, verdes, silvestres y resilientes al clima en el sur de Australia [51]. A pesar de estos planes, es necesario un esfuerzo intersectorial sostenido para garantizar el aumento necesario en el número de árboles y de áreas verdes de calidad en las zonas urbanas, por ejemplo, reformas de planificación; el fortalecimiento de las normas de protección de los árboles; una mayor conciencia sobre el valor social, ambiental y para la salud humana de los árboles; y una inversión continua en áreas verdes de calidad, tanto en terrenos públicos como privados.

Independientemente del entorno, es importante que las iniciativas se lleven a cabo en función de las mayores necesidades; no basta con seguir actuando como hasta ahora, sino que es esencial contar con estrategias basadas en evidencia. Es importante dar prioridad a los espacios más calurosos y menos verdes, ya que el reverdecimiento de estas zonas tendrá el mayor impacto. Este proceso requiere la elaboración de mapas de calor de las zonas urbanas y procesos de planificación y respuesta equitativos. Las disparidades entre los suburbios más ricos y los más pobres en cuanto a la cubierta arbórea están bien documentadas, y deberían abordarse en el diseño de programas de reverdecimiento para reducir la desigualdad en salud [52,53]. Además, es importante trazar un mapa de los avances y realizar un seguimiento a lo largo del tiempo, sobre todo para que los enfoques ecológicos exitosos puedan aprenderse, ampliarse y reproducirse en otros entornos. Los gobiernos locales y los planificadores urbanos desempeñan un papel fundamental en las estrategias de ecologización, ya que una buena planificación del uso del suelo y una regulación adecuada son esenciales para proteger, mantener y restaurar la ecologización de los entornos urbanos.

Aunque el reverdecimiento urbano es una poderosa estrategia para apoyar la salud ambiental, planetaria y humana, hay que tener en cuenta las consecuencias no deseadas. Por ejemplo, la caída de ramas de árboles mal mantenidos puede provocar lesiones, y una selección inadecuada de especies vegetales puede provocar exacerbaciones de enfermedades alérgicas y comprometer la calidad del aire local [54]. Limitar la gama de especies de vegetación urbana socava la biodiversidad y supone un riesgo de perder la cubierta vegetal en caso de que se produzcan enfermedades de las plantas o amenazas relacionadas con el clima. Por lo tanto, las políticas de ecologización y uso del suelo que ignoran los peligros potenciales o las consecuencias no deseadas que plantea la selección de especies de vegetación, pueden ser perjudiciales para la salud y el bienestar públicos, por lo que es necesario adoptar un enfoque integral y meditado.

Las comunidades también están bien situadas para apoyar los esfuerzos de ecologización. Aumentar la conciencia pública sobre los beneficios sanitarios, sociales, ambientales y económicos de los árboles y las áreas verdes puede lograrse mediante campañas de educación pública y programas de divulgación comunitaria. Cambiar las actitudes y expectativas de la comunidad puede ser un poderoso motor para mejorar el acceso a áreas verdes de calidad. El compromiso de la comunidad es esencial, dado que una gran proporción de las áreas verdes urbanas se encuentra en propiedades privadas, y la protección y mejora de estas zonas es tan importante como la de los terrenos públicos. Además, es importante reconocer el valor de las colaboraciones internacionales y el intercambio de conocimientos para fomentar el desarrollo urbano sostenible y las prácticas ecológicas para hacer frente a retos mundiales como el cambio climático. Los planificadores urbanos y los responsables políticos de todo el mundo pueden aprender de los éxitos y los retos de cada uno en las estrategias de planificación urbana y los esfuerzos ecológicos a escala global para crear ciudades sostenibles, saludables y resilientes. Sin embargo, somos conscientes de que el debate entre investigadores, responsables políticos y expertos en implementación y las ideas presentadas en este informe se limitan al contexto australiano. Es imperativo que este diálogo se extienda a la escena internacional, trascendiendo las fronteras nacionales y reconociendo que el cambio climático es un problema mundial apremiante.

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Conclusiones

Este breve informe ha sintetizado una conversación entre los autores sobre el valor de los árboles y las áreas verdes. En él se destaca el papel fundamental que desempeñan la planificación urbana y la salud pública en la protección, valoración y regeneración de los árboles y las áreas verdes, con el fin de favorecer las conexiones con la naturaleza y obtener beneficios colaterales para la salud humana, ambiental y planetaria.

La conciencia sobre los bosques, los árboles y las áreas verdes es fundamental para la conservación de la tierra y la protección del aire limpio y la buena salud. Existen una serie de desafíos, como la necesidad de aumentar el número de viviendas y la densificación de las ciudades, la inadecuada normativa de protección de los árboles y la falta de apreciación del valor polifacético de los árboles y las áreas verdes, así como de las consecuencias de un mal diseño de las copas de los árboles y una mala selección de las especies vegetales. Recomendamos reformas en la planificación, mejorar la normativa, propiciar un cambio de actitud de la comunidad mediante campañas de educación y salud pública, e invertir en áreas verdes de calidad para fortalecer el verde urbano y hacer que las ciudades sean más sanas y sostenibles para todos sus habitantes. Para apoyar este esfuerzo es necesaria una mayor conciencia entre los gobiernos, los planificadores urbanos, los desarrolladores y la comunidad, junto con la elaboración y aplicación de políticas receptivas.

Otro aspecto crítico es el papel de los miembros de la comunidad que abogan por la protección, el mantenimiento y la regeneración de las áreas verdes urbanas. Si la gente ama y valora los lugares en los que vive, ejercerá presión para su regeneración, y apoyará los esfuerzos para cuidar y mantener las áreas verdes. La conexión con el territorio y la naturaleza es un componente integral de muchas culturas y sistemas de conocimiento de las Primeras Naciones, que pueden proporcionar inspiración y conocimientos que contribuyan a un enfoque más holístico de la salud y el bienestar.

En general, el éxito requiere una colaboración continua entre los gobiernos, los urbanistas, los profesionales del medio ambiente y la salud pública, el sector privado, las organizaciones comunitarias y los habitantes de las ciudades para aprovechar el potencial de las Soluciones basadas en la Naturaleza y los numerosos beneficios colaterales de los árboles y las áreas verdes urbanas.

Fuente:

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